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La primera vez que me vestí completamente con ropa de mujer. Historia de travestismo.

 Por Tani tv. Crossdresser.

Desde que acepte que el gusto por usar ropa de mujer siempre sería una parte importante de mí personalidad, comencé a explorar las posibilidades en busca de la más pequeña oportunidad para poder usar cualquier tipo de prenda que me permitiera sentirme en contacto con mi lado femenino.

La sensación de portar y estar usando cualquiera fuera la prenda; una falda, un short, un corpiño, una blusa, siempre me provocaba el deseo de saber cómo sería si no tuviera que hacer esto a escondidas. Y es que tengo que mencionar que durante esta primera etapa, el uso por mi parte de cualquier tipo de prenda femenina no era bien visto por ninguno de los miembros de mi familia, por lo que cada vez que yo me decidía a satisfacer este impulso por usar ropa de mujer, tenía que hacerlo siempre debajo de mi ropa de varón.

Era emocionante, eso sin duda, podía sentir en mi cuerpo la diferencia entre la ropa de mujer y la mía, lo que no podía sentir era esa sensación de completa libertad. Me gustaba saber que debajo de mi pantalón podía usar una linda faldita, lo que no me gustaba era saber que no podía vivir la experiencia completa. Esa experiencia de sentir como la tela ondeaba de un lado a otro mientras movia mis piernas, o como el aire se podía colar por debajo de ellas. Eran el tipo de situaciones por las que veía que pasaba cualquier mujer a mi alrededor, cosas que parecía que disfrutaban, que las hacían sonreír, se veían felices, y yo; bueno, yo solo sentía que tenía una falda debajo del pantalón.

Se convirtió en mi mayor propósito, que sabía que algún día tendría que cumplir; no sabía cuándo, ni donde, pero sabía que lo haría. Tampoco corría prisa.

En fin, pasaba el tiempo y yo seguía con mi admiración hacia todo el mundo de lo femenino pero nunca me había hecho de ninguna prenda de mujer para mí, hubiera sido complicado guardarla; esconderla, en casa con toda mi familia ahí.

Con el paso del tiempo conocí a una chica a la que fui acercándome poco a poco. Nos hicimos pareja, y en algún momento me invito a la casa; como de descanso, que sus papas tenían fuera de la ciudad, fuimos ahí a pasar unos días juntos.

Me dijo que me fuera preparado, obviamente que esto incluía un par de mudas de ropa para cambiarme, así lo hice. Llegamos en la noche, nos instalamos, convivimos un poco y nos fuimos a dormir. Al día siguiente ella ya tenía planeadas las actividades, pensaba mostrarme el lugar que yo no conocía. Me despertó temprano y me dijo que podía usar el baño después de ella, así que me prepare y busque dentro de la mochila donde llevaba mis cosas para ver qué es lo que iba a usar ese día.

No lo puedo creer; seguramente ustedes tampoco lo creerán, no había empacado mi ropa interior. La ropa interior que había comprado especialmente para la ocasión cuando me entere que iba a pasar con ella un fin de semana completo, ¿ahora que hago?

Ella entro al cuarto justo cuando estaba revolviendo mi mochila; le explique lo que sucedía y ella comenzó a reírse de la situación, misma que de alguna manera ya estaba pensando; yo, en sacarle un poco de provecho. Cuando le dije que me prestara alguno de su ropa interior ella se rio un poco, pero por alguna razon accedió.

Me entrego un bikini rosa, una prenda muy simple, en seguida me di cuenta que era una de las pantis que ella usaba muy poco, o que definitivamente ya ni usaba, lo acepte, al final la idea era que en el transcurso del día y del paseo, nos daríamos tiempo para visitar alguna tienda y conseguir unos bóxer nuevos para mí. Ella fue a la cocina con el fin de preparar algo para el desayuno y yo me metí a bañar.

Termine, me vestí y fui a encontrarme con ella en la cocina. Inmediatamente me pregunto que como me sentía, yo; con la actitud más seria que pude, le dije que no estaba mal, que no me incomodaba. La verdad es que por dentro estaba más que emocionado, estaba usando una prenda íntima femenina de mi novia, con su consentimiento y no había ningún problema con eso. Fue lo máximo.

Incrédula, dejo lo que estaba haciendo para enseguida tirar de mi hacia ella tomándome del pantalón por la cintura, lo estiro lo más que pudo, quería cerciorarse que no le estuviera mintiendo y asegurarse que realmente estaba usando la prenda que ella me había dado. Así fue, lo comprobó y nuevamente soltó una risa incrédula. Finalmente solo era por un momento.

Desayunamos; ella bromeando sobre el asunto, hasta que por fin llegó el momento de continuar con el itinerario, así que salimos de su casa para dirigirnos al centro de la ciudad, yo pretendía hacerle creer que no debíamos olvidar que era indispensable que consiguiéramos la ropa que me hacía falta.

Fue un día estupendo, muy divertido. Antes de iniciar el camino de regreso me tomo de la mano para dirigirnos a un centro comercial; un supermercado, donde se supone que conseguiríamos mi ropa. Entramos, tomo el control de la situación, no me soltaba de la mano. Yo me deje guiar, supuse que ya conocía la tienda y que por ende, si la seguía, daríamos mucho más fácil con el departamento de ropa para caballeros.

Como lo pensé, si conocía la tienda, ya había estado ahí antes, pero en lugar de dirigirnos hacia donde yo pensaba, de repente nos vimos caminando entre lencería, fajas, medias, estábamos en el departamento de ropa para damas. Ella comenzó a mirar algunas prendas, me sorprendió un poco, le pregunte por si acaso también le hacía falta algo; me respondió que no, que estábamos ahí por mí.

La verdad es que su respuesta me tomo por sorpresa, fue algo que no esperaba. Aunque emocionado, y un poco nervioso, tuve que hacer como que no me agradaba mucho la idea, que esto había sido solo cuestión de una vez y que no se volvería a repetir. Tenía que disimular pero en realidad me estaba emocionando bastante de solo pensarlo.

Parecía que ella no escuchaba mis protestas. Tomo un paquete de pantis de tres piezas; muy bonitos los colores, y me dijo que esas eran del tipo de la que me había prestado, la que estaba usando en ese momento; incluso me pregunto que si me parecían bien los colores que había escogido. Aunque había mucha más variedad, la verdad los que ella tenía en la mano me atraparon desde que los vi, parece que tenemos los mismos gustos. Trate de seguir en mi papel de protesta, una vez más pareció no importarle, finalmente dijo: “estos están bien”

Seguimos caminando por los pasillos, ahora ella estaba revisando las medias, ya no pregunte, supuse que en esta ocasión si las estaba eligiendo para ella, tomo unas negras, luego un brasier, algunos comestibles. Caminamos hacia la caja, pagamos y salimos de la tienda.

Regresamos a su casa; se dio un baño y se cambió, salió de su cuarto con una faldita a medio muslo y una blusita sin mangas, nada fuera de lo común, aún estaba haciendo bastante calor. Me pregunto si quería hacer lo mismo, no dude, había sido un día con mucho sol, no me caería mal un baño.

Salí de la ducha con la toalla amarrada en la cintura, camine hacia el cuarto, ella me estaba esperando. No me dejo tomar mi mochila, para buscar mi ropa. Voltee a verla, me pregunto que si tenía calor, aún estaba muy alta la temperatura, obviamente le respondí que sí.

Tomo el paquete de pantaletas que habíamos comprado, y mientras me daba a que eligiera una, abrió su closet y comenzó buscar no sé qué cosa. Tomo algo del closet y junto con la bolsa del supermercado en donde venían las medias y el bra que ella había escogido en la tienda, extendió la mano y me lo ofreció todo.

Para ese momento ya estaba más que confundido, fue cuando ella me dijo que esas cosas también las había elegido para mí; mi sorpresa fue aún más grande.

Aunque no ofrecí mucha resistencia trate de ponerme en mi papel de “ni creas que voy a hacer esto” pero la verdad es que se estaba cumpliendo uno de mis más grandes sueños así que no le tomo mucho tiempo para convencerme.

Comenzó ayudándome por abrir y elegir una de las pantis del paquete; yo aún estaba sentado en la cama con la toalla en la cintura totalmente asombrado de lo que estaba ocurriendo; extendió la mano y me la dio. Una vez la tome empezó también a abrir el paquete de las medias; ese si fue un problema, nunca había usado unas. Como pude me las puse, me volvió a extender la mano para ofrecerme algo, esta vez era el bra; un bra negro con vivos rosas, no sé por qué razón lo habrá elegido así pero la verdad es que me fascinaba. También me faltaba práctica en esta área, ella lo tomo, me lo cruzo por los brazos y lo abrocho por la espalda. 

No era el único que estaba sorprendido con lo que estaba pasando, al parecer ella también lo estaba disfrutando demasiado, seguimos con el proceso. Lo que había tomado de su closet eran una falda y una blusita que, aunque lucían bastante bien, era evidente que habían estado ahí por mucho tiempo; nada extraño, después de todo ya me había comentado que no iban muy seguido a quedarse para allá.

Esta vez no solo me las ofreció, me ayudo a ponérmelas. Primero la falda. Ella; sentada en la cama la tomo con ambas manos y se inclinó lo suficiente para que yo solo la pasara por mis pies para que ella la pudiera subir hasta mi cintura. No lo creía en ese instante, estaba viéndome a mí mismo con lencería, medias y ahora una falda, era lo máximo.

Ahora la blusa, también la tomo entre sus manos; como cuando tomas una prenda para vestir a un niño que aún no sabe cómo hacerlo, y me la puso, pase mis brazos, mi cabeza, ella la ajusto, la acomodo, el resultado fue mágico, en ese momento me sentí completamente fuera de mí, no lo podía creer.

Me tomo de la mano y me jalo hacia el espejo, no podía creer lo que veía, realmente era yo, vestido y usando un outfit completamente femenino, desde la ropa interior y todo lo demás. Ella me tomo de los hombros y me beso.

Fuimos a la cocina para preparar algo para la cena y algo para después poder mirar una película en la tv. Mi emoción aumento aún más al experimentar por primera vez el poder caminar con mis piernas al aire libre usando una falda. Por fortuna para mí era una falda muy linda, no muy corta, hecha de una tela muy ligera con mucho vuelo lo que ayudaba bastante a cumplir una de mis mayores fantasías.

Jugueteamos un poco mientras estábamos preparando los alimentos. A mí me gustaba bastante cuando ella usaba una falda, no lo hacía muy seguido, pero cuando se presentaba la oportunidad sabía que me encantaba deslizar un poco mi mano por debajo en tono juguetón. Ahora ella hacia lo mismo conmigo, y yo, protestaba como lo hacia ella. Parecía que realmente le gustaba, que disfrutaba el juego. También me sorprendía en ocasiones tirando de mi sostén; (que realmente no sostenía nada), para después soltarlo a modo que el resorte hiciera lo suyo y me causara esa sensación de latigueo en la espalda. Yo realmente lo estaba disfrutando, nunca me imaginé lo divertido que podían ser estos juegos con la persona correcta.

Cenamos mientras yo experimentaba por primera vez las inconveniencias de sentarse a la mesa, en la sala, usando una minifalda; la incomodidad que puede causar un sostén mal acomodado, el cambio de temperatura en las piernas cuando el viento comienza a correr más fresco. Era todo lo que alguna vez había deseado. Terminamos y nos dirigimos hacia la habitación con la intención de continuar el juego de otra manera.

Cuando termino el fin de semana ya haba lavado el único bóxer que llevaba, por lo que pude volver a usarlo para regresar a mi casa. Ella me pregunto antes de salir que si quería llevarme “mi ropa”, me di cuenta que incluyo la falda y la blusa que me había prestado esa noche, pero por mucho que me decepciono tuve que decir que no.

Afortunadamente no fue la última vez que vivimos juntos una experiencia de este tipo; y aunque con ella nunca experimente una feminización completa; no hubo maquillaje ni zapatos o pelucas, debo decir que le guardo un cariño especial al haber sido a primera mujer que me dio la posibilidad de sentir más libremente la magia de vestir completamente con ropa de mujer.

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